Habré visto una cantidad intragable de películas donde el protagonista pasea por su maravilloso mundo ficticio y, de casualidad, se topa con otra persona que desde el minuto cero hace que el ambiente de la escena cambie radicalmente a un tono rosado. El tiempo se mueve lentamente, estos se miran y estalla una química salida de la nada, el protagonista le mira, de forma embobada, como si estuviera pasando delante de sus narices quien será la persona que le acompañará toda su vida y le dará el fruto de la felicidad eterna. Habré visto películas así a mansalva, que al final te hacen cerrar el reproductor de vídeo y mirar a ver qué hay interesante por Youtube.
Nuestra historia probablemente no conmocionará a Steven Spielberg, ni a cualquier escritor de novelas juveniles. Si tuviera que contar cómo nos conocimos lo resumiría a que una noche estaba en el ordenador y tú, alguien al que solo le habría dirigido unas cuantas palabras sin interés, te decidiste a hablarme por un chat de un cliente de videojuegos y, probablemente, ahí empezó todo. Y qué decir de cuando nos dimos nuestro primer beso, aquel día que, por lo menos yo, apenas recuerdo cómo acabé encima tuyo. Recuerdo que no sabía si había hecho bien, si estaba ante una persona (joder, no te conocía apenas) que me dejaría tirada después de haber cumplido con el propósito de paellas, o si hacía bien en encapricharme con alguien después de años en modo A partir de ahora tendré todo el tiempo para mí. Recuerdo tu "pedida de mano", que más bien pareció un pacto para que los dos dejemos de estar solos.
Seguro que te estarás empezando a preguntar qué hago contándote esto, si ya sabes perfectamente todo, pero déjame contarte el cómo ha ocurrido todo desde mi punto de vista.
Llevamos juntos como pareja aproximadamente 10 meses, y nos conocemos aproximadamente 10 meses también, pero quiero contarte qué han supuesto para mí estos 10 meses, y por ello te escribo esto. Álex, creo que nunca sabrás lo que me hiciste sentir cuando, con mi conciencia de vuelta, me vi abrazada a ti, mientras sonaba el atronante ruido de miles de personas gritando y la música tan alta. Mientras dábamos vueltas sin parar y yo no quitaba mi cabeza apoyada en tu hombro. Estuve durante muchos meses cogiéndote con pinzas, pensando dos veces lo que iba a decir antes de abrir la boca, porque era consciente de que cualquier tontería mía podría espantarte, y, de hecho, es incontable las veces que he hecho tonterías, pero tú has seguido ahí. Siento si, a veces, mi forma de ser te ha roto la cabeza y te ha hecho cuestionarte con qué clase de paranoica estás saliendo. Eres la persona que más paz me ha podido dar en la vida, aquel a quien busco cuando no me siento bien. Eres probablemente el punto más alto de felicidad al que he conseguido llegar y tardaría años en darle las gracias suficientes para que entiendas de verdad lo mucho que te agradezco que estés en mi vida. Siento que allá donde vayas conmigo será el camino correcto, y que, aunque me equivoque y me caiga, vas a estar ahí para levantarme. Es lo que has hecho hasta ahora, Álex, aunque creas que no. Saber que hay una persona que confía en mí, y que ve en mí más de lo que yo nunca podré ver, eso es lo que más feliz me hace. Tu sonrisa, la forma en la que te ríes y bromeas, y las cosas con las que disfrutas, no puedes imaginar cómo me siento por dentro cuando te veo así.
Estoy tan enamorada de ti que asusta. Quererte como te quiero parece hasta un trabajo pesado para muchos pero que yo soy capaz de hacer sin esfuerzo alguno. Y esto no es obsesión enferma, ni cualquier tontería de novia psicópata, siento tanto aprecio por ti que cualquier cosa tuya la admiro. Y tú solo te has molestado en ser como eres.
Gracias por el cariño y el amor que me has dado. Gracias por escucharme cuando más lo necesitaba, hasta cuando menos hacía falta. Gracias por haberme hecho sentir cosas que ya no sabía cómo de dulces eran. Gracias por ser tú.